martes, 23 de abril de 2013

Carrot layer cake o bizcocho de zanahoria con frosting de mascarpone (¡uf! ¡¡qué título más largo!!)

Ya estaba yo preocupada por si tenía algún tipo de adicción a este rollo de las nuevas tecnologías. La verdad es que no estoy demasiado puesta en este mundo de redes sociales y ventanas virtuales, pero a mi reducido nivel, sí estaba empezando a pensar que estaba un "poquito" enganchada... 

Como os digo, no controlo mucho todas las novedades y no tan novedades que ofrecen las redes. De hecho, estoy bastante perdida. No conozco Twitter, no tengo tiempo para brujulear por Pinterest, desconozco Instagram..., en fin, que mi abanico en comunicación virtual es muy limitado, pero, intenso.

Y ello gracias a mi móvil. ¿Cómo podíamos pasar antes sin una maquinita que nos permitiera whatsappear, perdernos por internet, acceder a facebook en cualquier momento y lugar?

Pues eso. Mi "san iPhone" se ha vuelto absolutamente imprescindible en mi vida. Puedo salir de casa sin dinero, olvidarme las llaves, dejarme las gafas de sol (a las que soy también adicta)... pero sin el iPhone... ¡NUNCA!


La voz de alarma me la dio mi marido cuando un día, volviendo de casa de sus padres (que viven a unos 50 km), ya casi llegando a la nuestra, dije.

- ¡Ostras! - u otra palabra un poquito peor sonante - ¡¡¡¡creo que me he dejado el móvil en casa de tus padres!!!!

- Mira bien, a ver si lo tienes perdido por el bolso.

- A ver... ¡Que no, que no está!

- Tranqui - seguía mi marido en su afán de relajarme - te lo habrás dejado en el maletero...

- ¡En el maletero! ¡No, imposible!

- A lo mejor se te caído al suelo...

- ¡Ayyyy!

- Tía, tranquila. No pasa nada. Coge mi móvil y llámate.

Cojo el móvil. Marco mi número. Espero. Sigo esperando. Nada.

- ¡Jolín! - esta vez seguro que utilicé alguna palabra bastante peor - no suena... ¡Jolín!, que no está...¡¡Que me lo he dejado!!

- Bueno, ¿y? - pregunta mi marido con un tonito ya medio crispado.

- ¡¡Como que "bueno, ¿y?", como que "bueno, ¿y?"!!

Si el tono de mi marido iba tomando tintes crispados, el mío era de desesperación total.

- No pasa nada. El próximo finde volvemos y lo recuperas.

- ¿¿¿Qué???

- ¿Y qué quieres que hagamos? ¿Dar media vuelta?

- Pues claro, ¡por supuesto!

- Estás de broma... No lo dices en serio...

- Sí... - casi no podía ni hablar - ¿Cómo voy a estar una semana sin móvil? ¿Sin llamar, sin que me llamen, sin whatsapp, sin internet? Ay, no...

- Te juro que me estás preocupando... Dime que no lo dices en serio, por favor...


Esta fue la primera vez que me enfrenté cara a cara con mi nueva descubierta adicción. Casi me muero de solo pensar en estar siete días sin mi "tesoro". Encima con mi marido al volante negándose en rotundo a dar media vuelta y desandar lo andado...

(No os preocupéis :-) Después de llamar a mi suegro, cerciorarme de que no lo había dejado olvidado allí, retorcerme como una serpiente tratando de llegar a todos los sitios del coche donde se pudiera haber caído, por fin llegamos a casa y lo hallé metidito en el bolsillo de mi abrigo, guardadito en el maletero, ¡sin volumen!)

Y, desde ese día, ando yo preocupada por mi adicción. Por no estar segura de poder sobrevivir sin acceso a Internet y a todo este mundo virtual en el que cada vez vamos dejando más de nosotros mismos.

Y todo este rollo, ¿por qué y para qué?

Para pediros disculpas por haber estado ausente estas últimas semanas :-)

 ¡Toma rollo!

Como algunos de vosotros sabréis si me seguís en Facebook, mi ordenador ha estado de baja unas semanas y he "aprovechado" para ponerme a prueba. Bueno, solo un poco. Ya que no tenía ordenador para brujulear por los blogs, dejar comentarios y hacer mis propios posts, decidí no sucumbir a los encantos de mi iphone y su Internet. Y así me he mantenido, cual adicta, alejada parcialmente de este mundo. ¡Y lo he conseguido! ¡Ni un ataque de ansiedad! Jajajaja

Pero ahora que estoy de vuelta, ¡¡nadie me va a frenar!! Con las ganas que tenía de compartir con vosotros esta receta perfecta del típico bizcocho de zanahoria convertido en layer cake con frosting de mascarpone... 



Os traigo dos formas de presentación. La idea es absolutamente la misma, pero una es menos seria, con la zanahoria de fondant, y la otra, más para "mayores" o amantes de las nueces.

BIZCOCHO

Elaboración

Precalentar el horno a 170º con calor por arriba y por abajo.

Tamizar en un bol: las harinas, la canela, el jengibre, la levadura y el bicarbonato. Reservar.

Rallar las zanahorias y si sueltan mucha agua, escurrirlas un poquito.

Batir los huevos con la pizca de sal. Para que el bizcocho quede más esponjoso, es aconsejable que lo dejemos batiendo unos cuatro minutos a velocidad alta. Así doblará su volumen.

Añadir el azúcar poco a poco al huevo. Batir durante unos ocho minutos con la misma finalidad hasta que obtengáis una masa muy suave y el azúcar se haya casi disuelto.

Incorporar el aceite. Yo utilizo el aceite de oliva suave para no darle un sabor fuerte al bizcocho. Si este os parece muy intenso, podéis echar aceite de girasol o de maíz que son más suaves.


Ahora echamos los ingredientes tamizados. Los batiremos poco y a velocidad baja para que la mezcla no pierda el aire que le metimos anteriormente y no pierda la esponjosidad. Terminamos de mezclar con una espátula o cuchara de madera con movimientos envolventes.

Por último, añadimos las zanahorias ralladas y las nueces troceadas.

Para esta cantidad de masa, lo ideal es preparar dos moldes de 18 cm y lograr así dos bizcochos que partidos por la mitad nos darán como resultado una layer cake de cuatro pisos.

Así que preparamos los dos moldes.

Para que el bizcocho no se pegue podéis usar un spray antiadherente o si, como yo, no lo tenéis, podéis frotar un poco de mantequilla por la base y los bordes de los moldes. Colocáis papel para hornear sobre la base y ajustáis el molde. Así ya está protegida la base. Para los laterales, cortamos trozos de papel de su altura y, como tienen mantequilla, el papel quedará también pegado.

Repartimos la masa por partes iguales en los moldes.

Y al horno. Como siempre se dice, depende de cada horno y cada horno es un mundo, pero habremos de dejarlo hornear unos 40 minutos o hasta que al pinchar un palillo, éste salga limpio.

Los sacamos del horno. Los dejamos enfriar en una rejilla unos cinco minutos, desmoldamos, esperamos a que se enfríen del todo, los envolvemos en film de plástico y a la nevera, a que la miga se asiente.

RELLENO Y COBERTURA
Elaboración

Batir todos los ingredientes juntos durante unos minutos a velocidad rápida hasta conseguir que espese y se quede con una textura manejable.


MONTAJE DE LA LAYER CAKE
 
Una vez los bizcochos han reposado en la nevera, los sacamos, los nivelamos con ayuda de una lira o de un buen cuchillo afilado y los cortamos por la mitad.
Ahora colocaremos un primer trozo de bizcocho sobre la superficie en la que lo vayamos a presentar y, si tenemos, lo pondremos sobre una base giratoria.
Cubrimos con una capa generosa de frosting. Y así seguimos, capa a capa, hasta la última.
Con una espátula de ángulo nivelamos bien la capa superior y vamos cubriendo y alisando a la vez todo el lateral.
¡Listo! Ahora solo queda decorarla. ¡¡Imaginación al poder!!
 

 

miércoles, 3 de abril de 2013

Curso de layer cakes con EstherSweetHome

 
Hoy quiero compartir con vosotros el curso de layer cakes al que asistí hace ya un par de semanas en Chic Bakery de la mano de Esther de EstherSweetHome.
 
¡¡Y empiezo la casa por el tejado!!
 
¡¡He aquí el resultado!!
 
 
A Esther la conocí en uno de los cursos a los que fui a Rincón Goloso. Por entonces todavía no impartía talleres pero ya tenía su maravilla de blog. Empecé a seguirla y me enteré de que se lanzaba a la piscina de los cursos para compartir sus fabulosas layer cakes.
 
 

Así que, Isabel, ya la conocéis de Me reservo para el postre... o no?, y  yo no dudamos en apuntarnos.
 
El curso fue una maravilla.
 
Pasamos una mañana súper entretenida y relajada... Bueno, relajada solo hasta que llegamos al momento tú sola frente a tu bizcocho al que tienes que convertir en tarta utilizando unas técnicas... que ya, ya...
 
Esther nos enseño a hacer rosas - sin problema, yo ya había hecho y me defendí - y ruffles...
 
¡Os regalo los ruffles! ¡¡Qué cosa más difícil!! Si lo consigues, queda tan mono, pero vaya peleaaaaa, jajaja. 
 


A media mañana hicimos un descansito y desayunamos un té y un trocito de tarta. La tarta la llevó Esther. La "conocíamos" porque la había subido a su facebook. Y ¿qué os puedo decir? ¡Increíble!
 
Lourdes, mi compi de al lado, y yo, intentamos ir de "no, yo no quiero mucho, si te parece compartimos un trocito..."
 
Hasta que nos dieron nuestro platito, la probamos, y... uhmmmm. Nos miramos, nos reímos y pedimos otra porción :-)


Una gozada poder llevarte a casa una tarta tan vistosa y tan rica e invitar a tus amigos a merendar. ¡Qué más se puede pedir!